Con Loriga se acabó también la correspondencia y ahora no quiero terminar Trífero, me aferro a él como si fuera testigo de mi arrepentimiento, como si no dejar de leerlo cambiara en algo las cosas. De hecho la situación haría de mis días algo totalmente normal, dejar inconcluso un libro prestado con un marcapáginas improvisado es un hábito que necesito exterminar.
Miro en buscalibre una lista con libros de Proust que están en descuento, aparecen 6 ediciones distintas de "En busca del tiempo perdido" y una parte de mí cree que es una señal; como la vez que en la fila de Fecils encontré un As de corazones en el suelo, lo recogí y aún intento interpetar su aparición. Una señal que quizás debo tomar, pero ¿para qué? si todo está bien, todo está jodidamente bien, tan bien que sigo escribiendo cartas sin remitente y dejando libros inconclusos... el tiempo no vuelve y yo no me devuelvo a buscar.
De Zambra no digo nada porque antes de Bonsái nosotros ya nos leíamos en la cama y con eso todo estaba bien, verdaderamente bien.
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