Todo lo que no te puedo hacer, lo escribo:
tocarte
lamerte
besarte
despeinarte
arderte
profanar los rincones más sagrados de tu cuerpo
mirarte
humedecerte
rozarte
saborearte
envolver todas tus extremidades con mi carne
olerte
susurrarte
rasguñarte
dejarme penetrar por tu bioluminiscencia
y así
poder leerte algo
cuando esté encima
de tu cima.
25.4.14
18.4.14
Ahora
Hoy es un buen día
para que sea un buen día
porque sí, porque quiero
y porque desde hace tiempo
esto viene siendo un decreto:
si afuera hay una tormenta
yo voy salir a mojarme,
si todos los vasos están medios vacíos
yo voy y los lleno
así el camino se ve ancho
y se me abre pa' volver a mí
después de dos primaveras
con el paso firme,
con la frente limpia,
con las manos claras
y la conciencia bendecida.
Me limpio las rodillas con agua de mar
y camino hacia mí
como quien entra al bar
que por años fue testigo
de las mejores pulsiones juveniles
y veo a todos mis Yo bajo el sol
formando rondas
para agradecerle al fuego
la transmutación de mis otredades,
entonando melodías que me recuerdan
que es aquí donde pertenezco
y que siempre es buen día
para que sea un buen día.
para que sea un buen día
porque sí, porque quiero
y porque desde hace tiempo
esto viene siendo un decreto:
si afuera hay una tormenta
yo voy salir a mojarme,
si todos los vasos están medios vacíos
yo voy y los lleno
así el camino se ve ancho
y se me abre pa' volver a mí
después de dos primaveras
con el paso firme,
con la frente limpia,
con las manos claras
y la conciencia bendecida.
Me limpio las rodillas con agua de mar
y camino hacia mí
como quien entra al bar
que por años fue testigo
de las mejores pulsiones juveniles
y veo a todos mis Yo bajo el sol
formando rondas
para agradecerle al fuego
la transmutación de mis otredades,
entonando melodías que me recuerdan
que es aquí donde pertenezco
y que siempre es buen día
para que sea un buen día.
Ya ocuparon la casa
De todas las cosas que te dije siempre recuerdo haber confesado lo imposible que se me hace no regar el jardín, es de esos rituales cotidianos favoritos (después de sacudir de la almohada las pestañas que se te caen) que hacen que mis ojos sonrían fuerte fuerte. Así que como siempre caminé hacia la estación, subí cinco cuadras, doblé justo antes del cartelito del elefante tornasol que tanto nos gustaba y entré al pasaje. Desde lejos pude darme cuenta que algo raro había en la casa pero quise omitir la sensación extraña y abrí la reja nomás. Regué primero las Caléndulas, después los Lirios y cuando iba a hacer llover sobre las Gardenias lo descubrí... la casa había sido ocupada otra vez, solo que ahora no eran tuyas las maletas, tampoco era mía esa máquina de escribir y ni una sombra había ya de nosotros.
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